Arroz de lisa
por Dagoberto Paramo
Sin duda éste es uno de esos productos que muchos «académicos» e «investigadores» universitarios colombianos prefieren ignorar bajo un sinnúmero de argumentos poco claros. Su presencia en la vida cotidiana de una muy buena parte de los barranquilleros, es contundente y de una fuerza jamás imaginada por los «expertos» del mercadeo nacional. Llamado también «arroz de payaso», «arroz colorado», este producto de gran consumo popular ha logrado mantenerse en la cúspide de una demanda que casi no sufre variaciones debido tanto a las críticas condiciones que vive la economía en la actualidad y que obliga a que muchas personas lo busquen como único medio de satisfacer sus necesidades alimenticias, como a su acendrado carácter popular.
Son miles de trabajadores los que con su menguado salario lo consumen bajo el duro sol de cada mediodía laboral, o en el amanecer de cada desayuno, generando a su vez una singular dinámica económica que ha contribuido al sustento de cientos de familias que de forma directa o indirecta han vivido de estos ingresos durante toda su existencia. Pero también son muchos los empleados que lo buscan por el gusto y el sabor que sus paladares reclaman.La concepción y práctica del mercadeo que estos productores de arroz de lisa cada día despliegan tiene sus raíces en la tradición y la costumbre ya metida en el alma popular de grandes capas de la población. Hay que verlos, con su infinito ingenio colombiano y tropical, comprendiendo sus consumidores a través de la permanente observación de sus hábitos y requerimientos, conquistando compradores mediante sus «lógicas» estrategias con las que atraen a cuanto empleado nuevo ven acercarse, pero sobre todo, haciendo hasta lo indecible por conservar a sus clientes a quienes han aprendido a ver no como agentes de un mercado sino como seres humanos a quienes debe tratárseles con respeto y dignidad.
De esta manera, puede verse a estos productores de arroz de lisa apegados a sus diarios rituales de venta y distribución con los que se han logrado sostener sin importar la gran avalancha de productos extranjeros que han inundado el mercado nacional de los alimentos naturales procesados. Ya sea «armando» sus puestos fijos a los que algunos oficinistas acuden casi con timidez, o arribando a ciertos puntos claves montados en sus grandes triciclos a la hora precisa en que muchos empleados —como los del sector de la construcción, taxistas, vendedores ambulantes— hacen un alto para recuperar energías y continuar con su labor, o ya sea cargando las pesadas ollas con las que recorren ciertas calles de la ciudad para ofrecer sus tan anhelados productos.Con una variada, atractiva y diferenciada oferta, estos vendedores han logrado colarse en la vida de muchos, volviéndose casi insustituibles no solo por lo que se le entrega a los clientes sino por los reducidos precios que cobran. Sus consumidores pueden pedir el arroz solo, con spaghetti, con fríjol «palomito», con pescado, con una presa de pollo adicional, con papa sudada, con huevo cocido, acompañado con limonada de panela (aguapanela con limón), con chicha, y en algunos casos con jugos naturales de guayaba, de corozo, y todo por unos precios que van desde los 500 hasta los 1500 pesos.
Es tal la tradición y la costumbre adquiridas por muchos que hasta sus consumidores han tenido que desarrollar ciertas destrezas para su ingestión. La comida es servida en improvisadas hojas de «bijao» y los líquidos en bolsas de plástico a las que se les introduce un pitillo. Mientras con una mano sostienen el «arroz de lisa» y de su dedo meñique cuelga la bolsa de aguapanela de la que succionan el líquido, con la otra van tomando los alimentos sin que éstos se caigan. Todo un ritual de consumo.El arroz de lisa, un producto con destacado asiento en la conciencia popular será, tal vez, uno de esos satisfactores que aunque han perdido parte de su dinámica de crecimiento, soportarán el paso de esta postmodernidad que nos quiere arrollar con grandes superficies de distribución al detal y con connotadas marcas de prestigio mundial.
domingo, agosto 20, 2006
Barranquilla, Curramba, La Arenosa... Múltiples nombres para múltiples recuerdos.
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1 Comments:
Ahora hay una vaina nueva.. bueno realmente es un re-encauche de la nueva generacion.
Se llama la pava... nadie sabe exactamente como definirla, o mejor dicho es que definirla da culo de pava!
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